Uno de ellos, llevaba una carga de esponjas caminaba deprisa; el otro con una remesa de sal, tras él. Los tres caminaron por montes, valles y caminos hasta que llegaron a un río y se dispusieron a atravesarlo. El arriero montó en el asno de esponjas y empujó al otro asno para que pasara delante. El asno cargado de sal tropezó en un hoyo y se cayó al agua, mientras que el sal se deshizo y de manera que al salir del río y ano sentía nada en la espalda. El asno cargado de esponjas le siguió pero no lo consiguió y metió la pata en el hoyo, se embullo hasta el cuello y también el arriero y la carga.
Pero al empaparse de agua las esponjas pesaban más que antes y el asno no podía incorporarse y alcanzar la orilla.
Pero al empaparse de agua las esponjas pesaban más que antes y el asno no podía incorporarse y alcanzar la orilla.
El arriero, abrazado al asno de las esponjas se creyó perdido, pero alguien que pasaba por hay corrió y salvo al arriero y al asno.
Al final el asno no volvió a burlarse de los demás.
La moraleja de esta fábula es que
no siempre es conveniente actuar como
los demás
Al final el asno no volvió a burlarse de los demás.
La moraleja de esta fábula es que
no siempre es conveniente actuar como
los demás
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